¿Por qué uno se siente como en casa cuando abre un libro de Fondo de Cultura Económica? Gracias a José Antonio Millán ahora tengo una respuesta más, entre tantas. En los años 2006 y 2007, la casa editorial mexicana le encargó al diseñador grafico y tipógrafo Cristóbal Henestrosa la creación de una tipografía exclusiva para sus libros y publicaciones. Esa tipografía debía, ante todo, facilitar la experiencia de lectura de ese objeto de alta tecnología intelectual que es el libro de papel y, además, sentar un precedente en lo que podríamos llamar las tipografías novohispanas. Henostrosa, que con su trabajo logró el premio del Type Directors Club de Nueva York y fue seleccionado en la bienal latinoamericana Tipos Latinos 2008, recreó un diseño del S XVI que le debemos al excelso impresor mexicano Antonio de Espinosa, tal vez el primer tallador de caracteres del continente americano. La familia en cuestión se llama Fondo y no está prevista su comercialización, por lo cual para apreciarla en justicia será necesario leer algunos de los libros de la editorial, una tarea que casi siempre resulta amable.
Pero no es la única respuesta.
Por razones de pane laborando, este fin de semana me sumergí en la relectura de Muerte y transfiguración de Martín Fierro, de Ezequiel Martínez Estrada. Los dos tomos, que pertenecían a la biblioteca de mi padre, son de la edición que Fondo de Cultura hizo en 1948 y lo cierto es que, a pesar de la fragilidad de las páginas y de los múltiples marginalia de mi letra adolescente, me he sentido tan en casa que casi he terminado con sus más de 800 páginas sin darme cuenta. Las proporciones humanistas de la mancha, su transparencia, la excelente organización de las notas y un diseño comprometido con la estructura de la obra contribuyen a estos milagros en los que la letra y la neurona se hacen una.
Ya entonces, el cuidado que Fondo de Cultura ponía en la tipografía queda atestiguado en el colofón, donde no solo nos enteramos de que el dramaturgo y exiliado español Sindulfo de la Fuente estuvo a cargo de la edición, de quién lo terminó de imprimir el 16 de octubre de 1948, de quién lo encuadernó y de cuántos ejemplares constaba la tirada, sino que nos dan noticia de que "en su composición se utilizaron tipos Janson 11:12, 10:12 y 8:10 y Electra 7:8".
Al dejar la huella y la referencia de un trabajo bien hecho, la editorial también contribuye a la formación de las futuras generaciones comprometidas con la factura del libro y se instala en la tradición, esto es, en el lugar que le corresponde en la historia del libro impreso. Una práctica corriente entre los buenos editores estadounidenses y poco favorecida tanto en Europa como en América latina, de la cual Fondo de Cultura ha hecho una de sus marcas diferenciales en el continente.
En el fondo, como en casa.
2 comentarios:
Hola, muchas gracias por la mención. Sólo unas ligeras acotaciones:
Es cierto que Fondo se basa parcialmente en tipografías novohispanas, pero en modelos en los que, desde mi perspectiva, es menos probable que sean de autoría de Antonio de Espinosa. Pero tengo otra tipografía (a punto de salir al mercado) que sí está basada en modelos de Espinosa: se llama Espinosa Nova.
La otra precisión es que no todos los libros de la editorial usan Fondo. La decisión ha sido reservarla para ocasiones especiales: 50 años de Piedra de Sol, 60 años de Breviarios, edición conmemorativa de El laberinto de la soledad… Entiendo que en el futuro se irá usando un poco más.
Saludos, CH
Gracias, Cristóbal, por la aclaración. He visto en tu página una muestra de la Espinosa Nova, pero no me quedaba claro que fuese un desarrollo nuevo e independiente de toda una familia.
Avísanos cuando este completada y en el mercado.
Destaco, otra vez, el exquisito cuidado de FCE con las tipografías y los interiores de los libros que publica.
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