sábado, 13 de febrero de 2010

Un vampiro en el teléfono


Anne Rice, la autora de Entrevista con el vampiro, un libro que en su momento apasionó al filósofo español Fernando Savater y que cambió para siempre la idea que dos generaciones de lectores se hicieron sobre estos seres legendarios y faltos de efusión vital, acaba de firmar un acuerdo con la empresa Vook para publicar una versión realzada con video de un cuento de chupasangres que apareció hace 26 años en la revista Redbook. 
Lo que más ha entusiasmado a esta escritora de culto de la subcultura del terror es que "The Master of Rampling Gate", que así se titula el cuento, estará disponible para "ver y leer" en los iPhone. Lo más interesante para quienes seguimos de cerca la industria editorial es que este contrato no es más que el inicio de una gran movida estratégica de la agencia literaria Janklow & Nesbit, que se define como una agencia-boutique, con la empresa de libros realzados Vook. Ya se verá qué autores le siguen en esta nueva versión de fotonovela con movimiento pensada para las pantallas. 
Uno se pregunta cuándo nuestra querida Carmen Balcells dará, también, este paso.

lunes, 8 de febrero de 2010

Retales

Todavía no he comentado en este blog lo que ha sido, durante una semana, el gran acontecimiento de la industria editorial de los Estados Unidos y cuyos ecos se han sentido en Europa y en todas las comunidades interesadas en el futuro del libro digital: la gran pelea entre Amazon y Macmillan.
Antes de que sepa cómo dirigirme a los lectores para explicar tan arcana noticia, relacionada con el control de la información de usuario (que es como en el mundo digital se llama a los que en el mundo de papel se conocen como lectores) y no con los precios, Motoko Rich me sorprende en el New York Times con un artículo cuya frase de salida reza así: "¿Quién tiene tiempo todavía para leer un libro entero?"
Allí nos cuenta que la editorial Pearson, a través de una nueva división llamada FT Press, ha comenzado a comercializar a través del lectoborg Kindle, plataforma propietaria de Amazon y piedra del escándalo con Macmillan, unos resúmenes de libros ya publicados en papel y cuya extensión no supera las 2 mil palabras. El precio de estos retales no supera los dos dólares y están teniendo tanto éxito que Pearson planifica tener unos 500 títulos disponibles a finales de año. La colección de retales recibe el nombre de "Elements" y otra, en la que se publican ensayos originales de no más de 5 mil palabras, se llama "Shorts". La gente de Pearson apuesta con optimismo por estos formatos que son, a juicio de Thimoty C. Moore, editor de FT Press, más amigables con respecto a la percepción del tiempo que tienen los usuarios.
Los contenidos de los títulos retaceados van desde la "reingeniería" de las leyes de la gestión hasta la "reingeniería" de la corporación, de los negocios, de la empresa y de la vida, todos ellos best-sellers de la década de los 90. Por las características de la oferta, la pregunta retórica de Motoko Rich tiene una sola respuesta: "Nadie tiene tiempo de leer entero uno de estos libros". Ni falta hace.
Thimoty C. Moore reconoce que estos libros tan despojados pueden canibalizar las ventas de los originales, más opulentos. Otra paradoja del mundo digital: en este caso, serán los peces pequeños y fragmentarios los que se coman al pez gordo.
¿O acaso no será que en esta prehistoria de la nube todos están dando palos de ciegos en materia de e-books?

El fondo de la letra

¿Por qué uno se siente como en casa cuando abre un libro de Fondo de Cultura Económica? Gracias a José Antonio Millán ahora tengo una respuesta más, entre tantas. En los años 2006 y 2007, la casa editorial mexicana le encargó al diseñador grafico y tipógrafo Cristóbal Henestrosa la creación de una tipografía exclusiva para sus libros y publicaciones. Esa tipografía debía, ante todo, facilitar la experiencia de lectura de ese objeto de alta tecnología intelectual que es el libro de papel y, además, sentar un precedente en lo que podríamos llamar las tipografías novohispanas. Henostrosa, que con su trabajo logró el premio del Type Directors Club de Nueva York y fue seleccionado en la bienal latinoamericana Tipos Latinos 2008, recreó un diseño del S XVI que le debemos al excelso impresor mexicano Antonio de Espinosa, tal vez el primer tallador de caracteres del continente americano. La familia en cuestión se llama Fondo y no está prevista su comercialización, por lo cual para apreciarla en justicia será necesario leer algunos de los libros de la editorial, una tarea que casi siempre resulta amable.
Pero no es la única respuesta.
Por razones de pane laborando, este fin de semana me sumergí en la relectura de Muerte y transfiguración de Martín Fierro, de Ezequiel Martínez Estrada. Los dos tomos, que pertenecían a la biblioteca de mi padre, son de la edición que Fondo de Cultura hizo en 1948 y lo cierto es que, a pesar de la fragilidad de las páginas y de los múltiples marginalia de mi letra adolescente, me he sentido tan en casa que casi he terminado con sus más de 800 páginas sin darme cuenta. Las proporciones humanistas de la mancha, su transparencia, la excelente organización de las notas y un diseño comprometido con la estructura de la obra contribuyen a estos milagros en los que la letra y la neurona se hacen una.
Ya entonces, el cuidado que Fondo de Cultura ponía en la tipografía queda atestiguado en el colofón, donde no solo nos enteramos de que el dramaturgo y exiliado español Sindulfo de la Fuente estuvo a cargo de la edición, de quién lo terminó de imprimir el 16 de octubre de 1948, de quién lo encuadernó y de cuántos ejemplares constaba la tirada, sino que nos dan noticia de que "en su composición se utilizaron tipos Janson 11:12, 10:12 y 8:10 y Electra 7:8".
Al dejar la huella y la referencia de un trabajo bien hecho, la editorial también contribuye a la formación de las futuras generaciones comprometidas con la factura del libro y se instala en la tradición, esto es, en el lugar que le corresponde en la historia del libro impreso. Una práctica corriente entre los buenos editores estadounidenses y poco favorecida tanto en Europa como en América latina, de la cual Fondo de Cultura ha hecho una de sus marcas diferenciales en el continente.
En el fondo, como en casa.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Contaminación tipográfica



Buscaba información sobre nuevas tendencias en materia tipográfica para un proyecto de diccionario temático que dentro de poco deberé resolver cuando, por afortunada casualidad (a pesar de mi respetadísimo Manuel Seco, prefiero esta construcción a la muy walpoliana "serendipidad"), caí sobre este video del diseñador gráfico Olivier Beaudoin, que se presentó en la edición de octubre de 2009 del festival Kosmópolis de Barcelona.
Lo que yo quería saber era si había alguna alternativa a la muy usada (y correctísima) Lexicon, algo que estuviera en la línea de la Collins Fedra, que los diccionarios Collins usan en sus nuevas ediciones. Pero el video de Beaudoin me catapultó a un rincón muy querido de mi memoria y de la memoria a los anaqueles de la biblioteca analógica que todavía conservo y, en los anaqueles, me condujo al hermoso lomo del ensayo de Eric Gill sobre tipografía, publicado en edición facsimilar por Lund Humphries en 1997.
El título con el que se publicó por primera vez, en 1931, reza "Printing and Piety" (algo así como "Estampación y piedad") y no se debió solamente a que fue publicado por Sheer & Ward, una editorial católica dedicada sobre todo a devocionarios y literatura edificante. Eric Gill era un socialista católico que practicaba una curiosa forma de pararreligiosidad. Al margen de ello, ante la explosión tipográfica a que han dado lugar las nuevas tecnologías y a la mala digestión que del atracón han hecho muchos diseñadores, más de una vez uno está a punto de exclamar "¡piedad!" en nombre de la palabra escrita.
Nunca sabremos cuál era la intención original de Olivier Beaudoin al crear su animación tipográfica (ni aunque él nos la confiese), pero la interpretación mayoritaria en la Red es que se trata de una denuncia de lo que los humanos estamos haciendo con el planeta, una especie de defensa de la naturaleza en tipografía minimalista de palo seco, como lo es la Gill Sans. A mí, en cambio, me lleva a reflexionar que hay otros equilibrios ecológicos en peligro a causa de nuestra inclinación malsana por agregar objetos al mundo. Y uno de esos equilibrios al borde de la desaparición es el de la lectura, tal y como la hemos conocido hasta ahora, a causa de la proliferación de las versiones de los signos a la que nos hemos entregado.
Gill denostaba cualquier ornamento en las letras y no se refería a los remates de las astas, ya que creó una bellísima tipografía transicional a la que le puso el nombre de su hija Joanna, que es la pareja perfecta de la Gill Sans en combinaciones tipográficas de serif y sans serif. Lo que Gill decía era que el ornamento no se compadecía con el carácter industrial de la imprenta y que la sencillez era sinónimo de haber comprendido a Gutenberg y a sus perfeccionadores venecianos. La comprensión del invento que nos dio el texto y la textura.
Su definición de legibilidad es la de un pragmático, y traduzco: "La legibilidad, en la práctica, se reduce a lo que uno está acostumbrado. Lo que no equivale a decir que porque nos hayamos acostumbrado a algo manifiestamente menos legible [...] no debamos hacer el esfuerzo por desecharlo".
Y añade, más adelante: "Cualquiera piensa que reconoce una A cuando la ve; pero solo unas pocas mentes extraordinariamente racionales pueden distinguir entre una buena y otra mala, o demostrar con precisión qué es lo constitutivo de la condición de la A".
La contaminación tipográfica nos da, en apariencia, recursos infinitos; lo que se echa en falta es el sentido común necesario para descartar la hojarasca y, como se ve en la animación de Beaudoin, la multiplicación sin freno también acaba con la fuerza vital.
Y una frase de Gill que es mi favorita: "Las letras no son imágenes ni representaciones. Son, más o menos, formas abstractas. De ahí la rara y especial atracción que ejercen sobre el 'idiota místico' que es el hombre. Más que ninguna otra cosa, las letras le permiten contemplar la belleza sin miedo".
Con él, repito: las letras no son imágenes ni representaciones.